La canción protesta en España fue particular, aunque guardando en su mayoría más relación con la canción francesa y latinoamericana que con la norteamericana.
Sus precursores, desde los últimos 50 y primeros 60, son Chicho Sánchez Ferlosio, con canciones muy comprometidas; Paco Ibáñez desde Francia, poniendo música a los poetas españoles de todas las épocas; Raimon desde Valencia, el primero en musicar a poetas catalanes; o Mikel Laboa, cantando en euskera. En algunos casos se reunieron en movimientos colectivos, como es el caso de Els Setze Jutges en Cataluña, Ez Dok Amairu en País Vasco o el Manifiesto Canción del Sur, en Andalucía con Carlos Cano como miembro más destacado.
Dejando al lado excepciones como Pau Riba o Sisa -que abogaban por una música más progresiva-, estuvo ligada al activismo antifranquista, a la denuncia de la situación de los colectivos más desfavorecidos (campesinos, obreros, emigrantes), a la reivindicación cultural popular, al rescate de poetas prohibidos por el régimen de Franco, así como a poetas regionales, y, dependiendo de la región, al rescate de lenguas y dialectos soterrados por el régimen bajo la idea de la España única.
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